CRISIS,
SUELO Y LA AGENCIA EUROPEA DE MEDIO
AMBIENTE
Un
cruce de caminos parece que nos esta alertando del peligro que supone seguir
con el modelo de destrucción de suelo. Por una parte la crisis, en todos sus
aspectos, que está provocando alarma por la dificultad de mantener o completar
parte de los desarrollos inmobiliarios puestos en marcha en las últimas
décadas. Por otra, el aviso permanente de organismos europeos, entre ellos la
EEA (Agencia Europea de Medio Ambiente), por la sobredimensión de nuestro suelo
urbanizado.
En
los últimos años, en España, hemos ido percibiendo algo con lo que llevamos
conviviendo desde hace algo más de 100 años: la destrucción de nuestro suelo,
mediante la urbanización del mismo, sin un fin determinado, más allá de satisfacer
intereses económicos de unos pocos.
Se
ha escrito mucho al respecto, como España ha estado construyendo vivienda en
una proporción muy parecida a la suma de la que construyen los mayares países
de la Unión Europea (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia). A pesar de esas
advertencias, escritas desde diferentes ámbitos, nadie ha tomado conciencia que
era necesario parar dicha situación, que nos ha llevado a liquidar una parte
muy importante de nuestro suelo productivo agrícola, de forma muy relevante en
nuestro litoral, especialmente el Mediterráneo.
Lo
grave de la situación es que parece que no hemos aprendido prácticamente nada
en estos años que llevamos de crisis. Las administraciones públicas, en
general, parece que no son capaces de paralizar este proceso. Hay ayuntamientos
que continúan calificando suelo, por encima de sus necesidades de alojamiento,
comunidades autónomas, que no solamente no son capaces de desarrollar una
legislación que permita un desarrollo estratégico armónico, sino que parecen no
querer tener conflictos con los municipios, a la hora de coordinar los procesos
de planeamiento, la administración del Estado se empeña, a través del conocido
como “banco malo”, de mantener las expectativas de desarrollo inmobiliario, ya
no sólo con las viviendas terminadas, sino con los suelos que no han completado su proceso de ordenación.
La
gravedad de la situación, es que, una vez más, desde fuera nos tengan que
explicar que estamos destruyendo el suelo, algo que es limitado, que no se
repone. Ya lo hemos puesto de manifiesto en innumerables ocasiones, tenemos un
déficit importante en lo organización de nuestra información. No es posible que
a estas alturas de la tecnología, no sepamos cuantas viviendas tenemos sin
ocupar, que no haya ningún instrumento del Estado, más allá del censo de
población, que incorpora valores indicativos, pero no suministra una
información lo suficientemente concreta, como para desarrollar políticas, que a
partir de esos datos correctos y fiables, nos permitan ir corrigiendo los
errores cometidos.
Nuevamente
Europa, a través de un estudio elaborado por la EEA, ha puesto en evidencia lo
erróneo de nuestro modelo de consumo de suelo, y como entre 2000 y 2006, hemos
fabricado, prácticamente, uno de cada cuatro metros cuadrados que se han
urbanizado en Europa.
¿Es
posible confiar todavía? ¿Serán capaces las administraciones públicas de
descalificar suelo y reponerlo en su estado original? Esperemos que a partir de
un dato tan estremecedor entre todos tomemos la decisión de que el suelo es
para utilizarlo correctamente, con la racionalidad de las necesidades del
conjunto de la población.
El
pasado 31 de julio, Juana Viúdez, relata en el diario El País, como “La crisis
salva la naturaleza”. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/30/actualidad/1375204232_340608.html
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